20 diciembre 2017
Mucho se habla ya, y mucho quedará aún por hablar en relación a la situación de sequía que padecemos (salvo que las lluvias aparezcan y hagan que la preocupación se desvanezca como por arte de magia). Pero de lo que se habla muy poco, y deberíamos hablar más, es del cóctel explosivo que conforman la sequía y la plaga que sufrimos con las especies invasoras.
¿Qué tienen que ver? Muy simple. La sequía entorpece el desarrollo de las operaciones de mantenimiento que realizamos las comunidades para combatir la creciente infestación de nuestras instalaciones. Dicho de otra forma, mientras las especies invasoras prosiguen su avance en la Cuenca, colonizando cada vez en mayor medida nuestras balsas y redes de tuberías, nosotros nos vemos impedidos u obstaculizados en las medidas de prevención y reacción. Así, por ejemplo, ya a estas alturas tendríamos que haber dejado vacías las balsas, porque la desecación es uno de los métodos más efectivos de lucha, pero no lo hemos podido hacer, y veremos si finalmente podemos y cuándo.
Mientras tanto, desgraciadamente las administraciones continúan sin aportar soluciones definitivas en relación con este tema, sin percatarse de la que se nos viene encima: una tormenta perfecta de restricciones, costes eléctricos desorbitados y sobrecostes ocasionados por la infestación de nuestras instalaciones. Esperamos que la nueva secretaria general de Medio Ambiente y Cambio Climático, Pilar Navarro, pueda hacerse cargo de forma inmediata de la gravedad de la situación.