14 octubre 2019
Una vez más, el déficit hídrico estructural que padece la Cuenca, y que se manifiesta en ciclos de sequía como el que estamos sufriendo, vuelve a llevar la preocupación al regadío. Y sin ánimos de ser pesimistas, el contexto hídrico invita a mirar al cielo. Esperemos que las lluvias sean prolíficas a lo largo de este otoño-invierno porque la situación actual de los embalses del Sistema de Regulación General, del que bebe nuestra Comunidad, es muy similar a la que teníamos en 2017. A 30 septiembre de ese año, los embalses estaban en el 26,25% y a 30 de septiembre de este 2019 han estado muy ligeramente por encima, tan solo al 28,79%.
Como todos recordarán, el otoño-invierno de 2017 fue bastante seco, como también lo fue el inicio de 2018, lo que llevó a una previsión inicial de unos 2.000 m3/ha de dotación, es decir, una restricción muy superior al 50%. Una primavera atípica de lluvias intensas salvó los trastos, y al final pudimos regar con una dotación casi normal, pero el anuncio de restricciones de aquel año nos alerta sobre lo que podría pasar en 2020 si la situación meteorológica no cambia. Esperemos que lo haga e inauguremos pronto un nuevo ciclo húmedo.