31 marzo 2023
La escasez de precipitaciones en el inicio de la primavera y las fuertes restricciones anunciadas por la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir en caso de que no cambiara la situación hidrológica, ha condicionado la planificación de cultivos no permanentes de nuestros regantes, que han vuelto a realizar un ejercicio de responsabilidad y prudencia, apostando por los cultivos menos exigentes en agua, como el trigo, en detrimento de los más demandantes, como el tomate.
Así, y como se aprecia en la tabla, el trigo, líder entre los cultivos temporales, crece más de 320 hectáreas con respecto al año pasado, llegando a las 1.649 ha. También crece la superficie de remolachas, que pasa a 167 ha., siendo su subida la mayor proporcionalmente. Patata y girasol, que ocupan el segundo y el tercer lugar, se mantienen, en tanto que el cuarto cultivo en importancia, el algodón, experimenta la mayor caída, de 708 hectáreas, en concreto. También descienden el tomate, muy sensible a la disponibilidad de agua, y el maíz grano, que, junto al dulce, apenas si llega a las 133 ha., muy lejos de las 4.857 hectáreas sembradas en 2013, cuando era el líder de los cultivos no permanentes.
De hecho, es el “trasvase” que se ha producido desde el maíz hasta cultivos permanentes de alto valor añadido (cítricos, almendro y olivar) la tendencia quizás más destacada de la evolución de nuestros cultivos desde la modernización.