25 marzo 2021
Las inundaciones son la catástrofe natural que más daños produce anualmente en el mundo, también en España aunque seamos poco conscientes de ello. Los embalses cumplen una función crucial no solo para garantizar el agua de los diferentes usos, sino también para evitar esas inundaciones: cuanta mayor es la capacidad de regulación, menor es el riesgo de grandes avenidas. No obstante, es cierto que en muchas ocasiones resultan inevitables. Dicho de otra forma, nada puede hacerse para evitar que ocurran, pero sí que puede hacerse, y mucho, para que sus consecuencias sean los menores posibles.
Reducir las consecuencias negativas de las inundaciones y ayudar a las explotaciones agrícolas y ganaderas a autoprotegerse es precisamente el objetivo de esta Guía que acaba de sacar la
Dirección General del Agua del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico y que recientemente nos ha remitido Fenacore. Dado su gran interés hemos considerado oportuno darla a conocer a todos nuestros regantes. En ella se propone una metodología para diagnosticar el riesgo de inundación, identificando los elementos vulnerables y valorando los posibles daños que pueden producirse. También incluye una batería de medidas para prevenir, proteger, prepararse y recuperarse de las inundaciones.
Ha pasado más de una década desde la última inundación de nuestra zona regable, que se produjo en el año hidrológico 2010-2011, con un invierno excepcionalmente lluvioso en todo la Cuenca y de forma particular en Sevilla, que rompió una tendencia de cinco años con precipitaciones inferiores a los valores normales. La cara positiva fue un máximo de recursos en la Cuenca Hidrográfica del Guadalquivir. La negativa, las inundaciones. Queda por tanto menos para la próxima inundación y lo que corresponde, por tanto, es estar lo más preparado posible.